sábado, 14 de enero de 2012

Contra el terrorismo de Estado y el otro

Intervención de Azar Majedi, presidente de la Organización para la Liberación de la Mujer en Irán y codirigente Partido de la Unidad Comunista-Obrero de Irán en una conferencia en Ivry-sur-Seine (localidad cercana a París) el pasado 2 de diciembre de 2011, sobre lo que denomina "los dos polos del terrorismo" desde el 11 de septiembre de 2001: el terrorismo de Estado y el terrorismo islamista, y una pequeña crítica a los que apoyan a cualquiera de los dos desde la izquierda y la derecha política.

Texto obtenido del blog La Bataille socialiste (La batalla socialista) y traducido libremente por Curio Dentato:


Contra los dos polos opuestos del terrorismo
tenemos que tener una postura clara

La Bataille socialiste, 4 de diciembre 2011.

La última vez que me expresé sobre el tema del laicismo en una conferencia en París, hice la diferencia entre el "laicismo de derechas" y el "laicismo de izquierdas", y hablé de la necesidad de organizar un movimiento laico de izquierdas. Un movimiento que no solamente defienda una forma radical de laicismo, que se oponga a su vez a la ingerencia de la religión en el seno del estado, la legislación y la educación, sino que también se oponga a lo que podemos denominar desde el 11 de septiembre de 2001 los dos polos opuestos del terrorismo: el terrorismo de Estado dirigido por los Estados Unidos y cuyo brazo armado es la OTAN y el terrorismo islamista cuyo principal exponente es la Republica Islámica de Irán, pero que no se limita exclusivamente a este régimen.

Ese discurso dio lugar a una serie de reacciones opuestas, tanto entre el público asistente a la conferencia, como tras su publicación en francés, en ingles y en persa. Hoy, casi un año después de la primera oleada de manifestaciones en Oriente Medio y en el Norte de África, esta cuestión se ha vuelto crucial. ¿Por qué es esencial distinguir estas dos corrientes (de laicismo), y optar por una y no por la otra? Esto es una cuestión importante.

En el último año hemos podido ver como han respondido las dos corrientes a los acontecimientos desarrollados en Oriente Medio. La derecha, bajo el pretexto del peligro islamista y su preocupación por los derechos de las mujeres, defendió tímidamente el statu quo. Participé en una conferencia en línea bajo el título de «Manifestaciones árabes y derechos de las mujeres», algunos de los participantes sólo expresaron su preocupación ante la caída de los regimenes de Mubarak y Ben Ali. Más tarde, la derecha también defendió la participación de la OTAN en la llegada al poder de Libia del Consejo Nacional de Transición (CNT). Pero ahora, cuando se va a imponer la Sharia musulmana como ley en Libia, afirman que el CNT engañó a la OTAN.

La religión y las organizaciones religiosas son el fundamento de las políticas reaccionarias. Si bien es verdad, sólo es una parte de la verdad. La religión es parte de la ideología reaccionaria y misógina dominante, que sirve para legitimar un sistema basado en la discriminación, la desigualdad, la explotación económica y la falta de libertad: el capitalismo. Si era preciso desarrollar este tema en la década de los 90, lo es más en el día de hoy, cuando el capitalismo ha destruido nuestras vidas y millones de personas están desempleadas, incapaces de dar cobijo y alimento a sus familias. Mientras el movimiento anticapitalista se ha vuelto global y los capitalistas se están enriqueciendo más a costa de los trabajadores y ciudadanos de a pie. ¿Es realmente necesario conceptualizar este tema y llevar a cabo largos debates para demostrarlo? No lo creo, sabemos que el capitalismo es la fuente de la desigualdad, la discriminación y la pobreza actuales en nuestras sociedades.

En esencia, los movimientos de masas en Oriente Medio y el Norte de África por la libertad, la igualdad y la prosperidad son anticapitalistas, como todos los demás movimientos que luchan contra la situación actual, lo que hoy en día se denomina el Movimiento 99%. Es por eso porque el terrorismo de Estado dirigido por los Estados Unidos no mandó a la gente volver a su casa, sino que envió a Ben Ali al exilio y se deshizo de Mubarak para mantener el aparato del Estado tan intacto como sea posible. Mientras que en Libia, al carecer de la misma capacidad de manipulación, se comprometió militarmente para asegurarse que después de la caída de Gadafi, el Estado no caiga en manos del pueblo.

Esta es la razón por la que el terrorismo de Estado llevado a cabo por los Estados Unidos tomó una actitud favorable a la creación de un Estado palestino y presionó a Israel para que diera marcha atrás.

Occidente apoyó a los islamistas para evitar que la situación derive en una revolución proletaria, y de paso evitar que el poder caiga en manos del pueblo y de las corrientes de izquierda y comunistas. Esto fue lo que ocurrió en Irán en 1979, cuando los gobiernos occidentales, por temor a que la izquierda tomé el poder, hizo venir a París a un siniestro personaje, el ayatolá Jomeini; para convertirle en un dirigente político y dejar a ese monstruo someter al pueblo iraní. No es la misma forma de islamismo, sino una forma autodenominada más moderada, un islamismo a la turca, que actualmente se está imponiendo en la región.

Los pueblos de la región están siendo empujados a la misma trampa, como en Irán en 1979. Debemos ser conscientes de ello e impedir esta solución. Por esta razón, debemos ser verdaderos laicos, y apasionarnos por la libertad, la igualdad y la justicia. Debemos tener la suficiente inteligencia política para no pensar que hay que tomar partido entre un extremo y el otro. Debemos tomar una posición contraría a estos dos extremos: el terrorismo de Estado dirigido por los Estados Unidos y el terrorismo islámico. Debemos ser claros en nuestra lucha por la libertad, la igualdad y la prosperidad para todos, y categóricos en nuestra defensa de la igualdad y la emancipación de las mujeres.

Desde este punto de vista, nosotros, pueblos aplastados por el régimen iraní y similares; nosotros, los comunistas y obreros que luchamos por liberar la humanidad de la desigualdad, la discriminación, la pobreza y la explotación económica; nosotros que defendemos la igualdad de las mujeres y su emancipación, debemos enfrentarnos a estas dos corrientes políticas:

1.— aquellos que están totalmente obsesionados por el Islam y su dominación autoritaria y que están dispuestos a aliarse con el demonio, el terrorismo de Estado llevado a cabo por los Estados Unidos, con el propósito de deshacerse del Islam; a los que denomino los “laicistas de derechas”;

y 2.— aquellos que supuestamente están a la izquierda del espectro político y están más preocupados por el imperialismo (su único fin es combatir lo que denominan imperialismo) están dispuestos a cerrar los ojos ante la desigualdad, la violencia, la represión, la misoginia como su enemigo principal: el imperialismo actualmente existente. Hay tantos ejemplos de estos grupos que condenan la lucha de los pueblos contra regimenes autoritarios, porque piensan que estos movimientos son fomentados por los Estados Unidos u Occidente, como por ejemplo: aquellos que apoyaron al régimen islámico de Irán en 2009, o los que apoyaron al régimen de Gadafi en contra de la intervención de la OTAN en Libia.


Estos dos polos, aunque se opongan el uno al otro, se apoyan mutuamente, y van en contra de la justa lucha de los pueblos, de los trabajadores, de los indigentes, de los sin derechos, de los que hoy se denomina Movimiento 99% .

Debemos posicionarnos en contra de ambos polos. Nuestras únicas guías deber ser la libertad, la igualdad y la prosperidad de los pueblos. La libertad completa y la igualdad real de todos los ciudadanos. Construyamos por tanto un movimiento que defienda la libertad, la igualdad y la prosperidad de los pueblos en estos tiempos difíciles.

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